viernes, 27 de enero de 2012

Capítulo 29.


-¡Pero qué chicas más guapas entran por la puerta! –dijo Louis.
-Va-va-vaya –dijo Liam atónito.
-Os habéis conjuntado –dijo Harry notando que todas llevábamos leggins.
-Muy agudo Styles –dijo Helen bromeando.
-No me llames así –dijo poniendo pucheritos.
-Vale ricitos –dijo Helen soltando una pequeña risa y después dándole un beso para que se le pasaran los pucheros. Después de separarse Harry sonrió ampliamente, parecía que ya se le había pasado.
-Estás guapísima –me susurró Niall al oído.
-Como tú.
-¿Yo? ¡Pero si voy en pijama!
-Ya, pero tú siempre estás guapo, te pongas lo que te pongas.
-¿Incluso con este pijama de marcianitos?
-Y con ese pijama más todavía.
-Te quiero –dijo Niall.

Antes de que pudiera responderle ya había juntado sus labios con los míos, y me besaba lentamente. Me cogió por las piernas sin dejar de besarme y me depositó en su regazo después de sentarse en el sofá. Después de unos minutos sin dejar de besarme nos separamos.

-Creo que este ha sido el mejor beso que nos hemos dado, pero no el más especial –le susurré al oído.
-Puede ser… -dijo haciéndose el interesante- Para mí el beso más especial fue la primera vez que pude rozar tus labios, que pude sentir tu aliento cerca del mío.
-Iba a decir que ese había sido el más especial de todos, y lo seguirá siendo –dije con una gran sonrisa dibujada.

Me abrazó y estuvimos así un buen rato, hasta que nuestras tripas empezaron a rugir.

-¿Qué ha sido eso? –preguntó Ángela.
-Mis tripas –dijo Niall levantando la mano.
-Y las mías –añadí yo. Todos se rieron.
-Pues yo todavía no tengo nada de hambre –dijo Louis.
-Ni yo –corearon los demás.
-Pues Niall y yo nos vamos a comer fuera. ¿Te parece bien cariño?
-Claro, cogemos las cosas y nos vamos.

Cogimos las chaquetas y nos fuimos a la calle, sin rumbo fijo. Íbamos de la mano, paseando entre las calles de Londres, buscando un sitio donde comer. Por el camino tuvimos que pararnos varias veces para que Niall firmara unos autógrafos y se sacara unas fotos. Incluso unas chicas me pidieron que me sacara una foto con ellas. Nada más despedirnos de las chicas, encontramos un restaurante muy coqueto en el que no había mucha gente, y decidimos entrar.

-¿Niall? –dijo una voz.
-¿Jake? –dijo Niall cuando se dio la vuelta.
-¡Niall, cuánto tiempo! –le dijo el chico abrazándole.
-Pues desde que me vine a X Factor.
-Ya, perdimos el contacto.
-Con lo buenos amigos que éramos.
-Sí por cierto. No sabía que al final habías montado el restaurante.
-Sí, lo monté hace como medio año y va genial.
-Ya me alegro tío. Bueno, te presento a mi novia Emma. Emma, este es Jake, un gran amigo mío de Mullingar.
-Encantada de conocerte .dije dándole dos besos a Jake.
-Igualmente –respondió él - ¿Habéis venido a comer?
-Sí, hemos estado dando una vuelta y hemos venido a parar aquí. ¿Nos preparas una mesa? –aclaró Niall.
-Claro, ahora mismo.

En pocos minutos Jake tenía una mesa un poco apartada preparada para nosotros. Nos preguntó lo que queríamos comer, y le dijimos que le dejábamos la elección a su gusto. De primer plato nos trajo una ensalada caprese, que estaba muy buena. De segundo solomillo con patatas asadas y croutons, y de postre un bizcocho de chocolate caliente. Estaba todo riquísimo. Pagamos, nos despedimos de Jake y le dijimos que volveríamos algún día con los chicos.

-¿Qué te apetece hacer? –me preguntó Niall agarrándome por la cintura.
-Pues si te digo la verdad, ir a algún sitio divertido, porque hemos estado toda la semana de “tranquis” como quién dice.
 -Pues ya sé a dónde llevarte. Vamos.

Estuvimos caminando un rato hasta que llegamos al sitio al que me quería llevar Niall. Estábamos en Hyde Park. Aunque normalmente la feria con las atracciones la suelen poner en invierno, estábamos en verano y había feria. Niall me dijo que era porque se celebraba el aniversario del algo, no sabía de qué.

-¡Vamos a la montaña rusa! –dijo Niall entusiasmado.
-¡Let’s go! –le respondí agarrándole la mano y dirigiéndonos a la taquilla.

Montamos en un montón de atracciones, y jugamos a varios juegos. Niall me consiguió un perrito de peluche en uno de ellos. Cuando nos quisimos dar cuenta ya eran más de las seis. Decidimos montar por último en la noria.

-Niall, le tengo un poco de miedo a las norias.
-No pasa nada pequeña, yo estoy contigo –dijo besándome.
-Prométeme que no me soltarás, de verdad que le tengo mucho miedo.
-Te lo prometo -dijo dándole los tickets al señor.

Nos subimos a una cabina los dos solos. No era de esas que se movían, por tanto podíamos estar los dos en el mismo lado. La noria se empezó a mover y yo me acurruqué fuerte contra el pecho de Niall. Él me besó la cabeza y acarició mi pelo. Cuando estuvimos arriba la cabina se paró y decidí observar el paisaje.

-WOW, esto es impresionante.
-Me encanta esta ciudad, pero yo prefiero los pueblos pequeños, como Mullingar.
-Yo también, dónde yo vivo es pequeño, lo que pasa es que tenemos otro al lado del nuestro.
-Algún día me tendrás que llevar allí.
-Claro, no te preocupes. Todavía nos queda toda la vida por delante.
-Y más.

Permanecimos abrazados hasta que la noria se volvió a mover y acabó el viaje. Luego nos fuimos a dar una vuelta por el resto del parque, pero al final decidimos irnos a casa. Cuando llegamos a casa de los chicos no había nadie, pero había una nota en la nevera: “Hemos ido a dar una vuelta, no sabemos si volveremos para cenar”.

-Pues voy a hacer una cosa –dijo Niall acercándose a mí.
-¿Qué?
-Esto –dijo besándome apasionadamente.

Cada vez me besaba con más intensidad. Al principio me dejé llevar, pero luego Niall intentó ir un poco más allá.

lunes, 16 de enero de 2012

Capítulo 28.

A la mañana siguiente me desperté y no encontré ni a Harry ni a Niall en el cuarto. Solo estábamos Helen y yo. ¿Dónde se habrían metido ellos? Con lo dormilones que son.
Miré el reloj y eran las 10. Decidí ir a darme una ducha tranquila antes de que los demás se despertaran y acapararan el baño. Como tenía tiempo, me lavé el pelo, me lo sequé y me lo planché. Luego me puse unos vaqueros, una camiseta con un hombro descubierto y unas Vans. Cuando acabé eran casi las 11, y bajé a desayunar. Allí estaban, en la cocina, cinco chicos maravillosos a los que quería mucho. Carraspeé para que notaran mi presencia.

-Mierda –dijeron los cinco dándose la vuelta.
-Íbamos a despertaros ahora, os hemos hecho el desayuno –dijo Niall acercándose a mí.
-Pues ya no hace falta que me despiertes –dije dándole un beso.
-Nosotros vamos a despertar a las demás.
-Aquí os esperamos –dijo Niall abrazándome por detrás.
-Todavía me debes ese viaje a Irlanda.
-Todo a su tiempo cariño. Lo haremos, pero no te voy a decir cuando.
-Eres una mala persona –dije desasiéndome de sus brazos y dándome la vuelta.
-Por mucho que digas eso me quieres –dijo besando mi cuello.
-No, no te quiero –dije.
 -¿Ah, no? Pues me voy –dijo haciendo el ademán de irse.
-No seas tonto, no te vayas, no me has dejado terminar la frase. No te quiero, te amo.
-Ya lo sabía. Pero yo te quiero más, hasta el infinito para ser más exactos –dijo esbozando una gran sonrisa.
-No puedo resistirme –susurré.
-¿A qué?
-A ti –dije para después besarle. Fue un beso largo, apasionado; solo de los que él me sabía dar. Fue tan largo que los demás ya habían bajado.
-Parejita, que os vais a quedar sin respiración –oí decir a Louis. Niall se separó de mí y le dijo:
-Envidia que nos tienes.
-No es verdad –dijo agarrando a Marina de la cintura y besando su mejilla.
-Bueno, bueno, a desayunar que tengo hambre –dijo Harry que acababa de llegar del baño.

Desayunamos lo que habían preparado los chicos. Tostadas con diferentes mermeladas, huevos revueltos, beicon, leche, café, zumos, cacao… Se habían esmerado. Luego fuimos a recoger las cosas que quedaban en las habitaciones y emprendimos camino de vuelta a Londres.

-¿Cómo vamos a ir en los coches? –preguntó Louis.
-¡Las chicas en uno y vosotros en otro! –coreamos las cinco.
-¿Cómo? Eso no es justo –protestaron algunos.
-Queremos pasar un rato juntas, entendernos.
-Bueno, está bien.
-Lou, cariño, las llaves –le dijo Marina tendiéndole la mano.
-¿Vas a conducir tú?
-No, voy a conducir yo –dije antes de que Marina respondiera -¿Confiarás en mí no? No te voy a rayar el coche Carrot.
-Mas te vale –dijo echándome una mirada de advertimiento.
-Nos vemos en hora y media –dijo Niall besándome.
-Creo que con esto no me va a llegar para hora y media –dije tímida.
-A mí tampoco –dijo dándome pequeños besos en los labios, concluyéndolos con uno largo.
-Huy, creo que así iré de maravilla –dije riéndome, y él conmigo.

Las demás parejas se despidieron. Harry y Helen con un beso en los labios, igual que Marina y Louis, aunque estos un poco más tímidos. Liam le dio un beso en la mejilla a Ángela haciendo que se sonrojara y Zayn le dio un abrazo a Itsaso, pero esta le respondió con un beso en la mejilla.
Nos montamos en el coche y pusimos rumbo a Londres.

-Bueno chicas, tengo algo que deciros –comenzó Ángela.
-¿Qué? –dijo Helen.
-Liam me ha pedido una cita.
-¿Sí? –dijo Itsaso intentando hacerse la sorprendida.
-¡Qué guay tía! –dije yo.
-Ya lo sabíamos –soltó Marina.
-Bien amor, tú siempre tan burra –le dije yo.
-¿Qué? Hay que decir la verdad. Entre nosotras no hay secretos.
-Es verdad Emma, por una vez Marina tiene razón -dijo Itsaso.
-Gracias.
-¿Y cómo es que lo sabéis? ¿Os lo ha dicho Liam?
-Digamos que sí –respondí yo.
-Será…
-Ha sido por una buena causa cariño, luego nos lo compensarás –dijo Marina.
-¿Qué? Ahora me decís lo que pasa.
-No. Se lo hemos prometido a Liam, y una promesa se cumple –dije yo.
-Pero…
-¡Pero nada! No hay excusas –dije poniendo un CD.

No vi cual era, y de repente empezó a sonar What Makes You Beautiful. ¿Estaba escuchando bien? ¿Louis tenía un CD suyo en el coche? Luego les gastaremos unas bromas con lo del CD.
Las chicas se pusieron a cantar. Todas se sabían todas las canciones, y antes de que nos diéramos cuenta ya habíamos llegado a Londres.

Los chicos se dirigieron a su casa, pero Itsaso le mandó un Whatsapp a Zayn diciéndole que nosotras nos íbamos a duchar al hotel y todo. Que en un par de horas estaríamos de vuelta en la casa. Así que nos fuimos todas al hotel. Y las chicas se ducharon por turnos. Como Helen y yo ya nos habíamos duchado en el bungaló, sólo nos cambiamos de ropa y nos peinamos. Habíamos quedado en llevar todas leggins.

Helen se puso unos negros, unas manoletinas blancas y una camiseta blanca con unas letras en negro. Yo también me puse unos negros, pero los combiné con una camiseta azul eléctrico y unas zapatillas del mismo color. Luego nos peinamos la una a la otra. Le dejé el pelo liso a Helen, y ella me repasó lo que tenía mal por detrás. Cuando acabamos nos sentamos en la cama con el ordenador a esperar a que las demás salieran.

Marina llevaba una camiseta morada con un hombro descubierto, unos leggins vaqueros y unas Converse moradas. En el pelo se había dejado las ondas naturales que le salían tras secarse el pelo. Itsaso llevaba unos marrones con un jersey de punto beige de verano y unas sandalias a juego. Su pelo largo caía por su espalda, liso como una tabla, como siempre. Y por último, Ángela llevaba unos leggins grises con una camiseta verde y unas Vans del mismo color. Su flequillo estaba liso pero todo lo demás rizado.

Cuando acabamos volvimos a coger el coche para devolvérselo a los chicos y al vernos entran por la puerta se quedaron todos asombrados.

martes, 10 de enero de 2012

Capítulo 27.

Había caído la noche sobre el pequeño pueblo en el que estábamos. El ambiente se había calmado, estábamos tranquilamente sentados charlando y el hambre de los chicos comenzó a parecer.

-Tengo hambre –dijo Niall.
-¡Y cuando no es fiesta! –dijimos Marina, Ángela, Itsaso y yo en español.
-¿Qué? –dijeron todos.
-Que cuando Niall no tiene hambre –aclaré yo.
-Bueno, pues los que habéis la comida antes en el sofá quietos. Y los demás a la cocina –dijo Liam.
-Sí mi comandante –respondimos todos entre risas.

Cuando se marcharon todos Liam volvió con la excusa de que tenía que ir al servicio.

-Luego tengo que hablar con vosotras dos –nos dijo a Marina y a mí.
-¿De qué? –preguntamos las dos.
-Ángela –dijo ruborizándose.
-Vale, vale. Dile a Itsaso que ella nos ayudará también.
-Okei, gracias chicas –dijo, y se fue.

Nos quedamos hablando las dos parejas hasta que nos llamaron a cenar.  Cenamos la pizza que prepararon los demás y nos volvimos a sentar al lado del fuego como la noche anterior. Convencí a Helen para que entretuviera a Ángela mientras fregaban los platos, así podríamos hablar con Liam.

-Bueno enano, ¿qué era eso que nos tenías que contar? –dije mientras me sentaba a su lado.
-Pues a ver… antes le he dicho a Ángela si quería ir a cenar conmigo, y ha aceptado. Ya sabéis que yo soy muy tradicional, pero quiero que me deis algunas ideas.
-Ángela siempre ha dicho que le encantaría que un chico le preparara la cena –comenzó Itsaso.
-También le gustan las cosas sencillas, nada de gastarse mucho dinero. Ella dando un paseo con la persona a la que quiere es feliz –seguí yo.
-¡Rosas rojas! Puede sonar anticuado, pero siempre han sido sus favoritas. Así que no falten –finalizó Marina.
-Vale, creo que me acordaré de todo. Muchas gracias chicas –dijo dándonos un abrazo.

Justo en ese momento llegaron los chicos, nos vieron abrazados y se pusieron a chillar.

-EEEEEEEEEEEEEEH –dijeron los cuatro –No las acapares a todas Liam.
-Tranquilos celositos, me ayudaban con un asunto.
-¿Qué asunto? Liam Payne, eres mi mejor amigo y… -empezó a decir Niall.
-EJEEEEM –interrumpió Louis.
-Perdón, uno de mis mejores amigos –dijo Niall mirando a Louis para que le diera su aprobación-  Y me vas a decir ahora mismo qué te traes entre manos.
-Una cita con Ángela –acabó diciendo Liam después de unos minutos callado.
-¿Solo eso? Vaya… -dijo Louis bromeando.
-¡Oye Louis, que para mí es importante que me apoyéis!
-Ya lo sé tonto, era para que te rieras un poco, que estabas muy serio.
-Pues no me ha hecho gracia Lou –dijo Liam intentando aguantar la risa, pero al final no pudo.

Entonces llegaron Ángela y Helen que habían terminado de meter los platos en el lavavajillas. Yo me cambié de sitio y me puse con Niall. Harry le hizo un hueco a Helen a su lado y Liam igual.

-¿Os habéis dado cuenta de que siempre nos sentamos de la misma forma? –dijo Niall al ver que estábamos por parejas.
-Sí, es verdad. Vamos a cambiar. ¡Venga, los chicos un asiento para la derecha! –dije yo.
Los cinco se movieron de manera que quedamos Liam y yo juntos, Itsaso y Niall, Marina y Zayn, Helen y Louis, y por último Ángela y Harry. Cada nueva pareja se puso a hablar de sus cosas.
-Bueno, creo que es el momento de decirte una cosa.
-¿Decirme qué? No me asustes Liam.
-Que no, que no. Solo quería darte las gracias por hacer feliz a mi mejor amigo. Por mucho que diga Louis, Niall y yo siempre hemos tenido una conexión diferente, al igual que Louis y Harry. Aunque les quiero a todos como a unos hermanos, sé que es en Niall en quién siempre puedo confiar, el que está ahí cuando más le necesito, el que sabe sacarme una sonrisa, el que me da un abrazo cuando le da la gana. Ya sabes a qué me refiero.
-OOH, no hace falta que me des las gracias por eso.
-Sí, sí que hace falta. Porque sinceramente, nunca le había visto tan feliz. Por mucho que yo le diga que ignore los comentarios de las haters, él se sigue comiendo la cabeza cada vez que alguien le dice algo malo. Y llegas tú, y… no sé, has conseguido que se lo crea. Que se crea que es genial tal y como es. Y me alegro de que hayas sido tú.
-En eso tienes razón, no hace más que torturarse, pero ya verás cómo un día, tú y yo conseguiremos que deje de hacerlo. Gracias a ti también Liam, por haberme acogido como a una más de la familia. Porque solo nos conocemos desde hace una semana y por la confianza con la que me tratas, parece que llevemos años siendo amigos. Gracias –le dije abrazándole.
-No hay que darlas. Me tendrás a tu lado siempre que lo necesites, ¿vale enana?
-Claro, lo mismo te digo.

Nos separamos del abrazo y Liam se estiró en el sofá, y yo me senté entre sus piernas. Pasó sus manos por mis hombros y posó su cabeza en la mía. De repente noté como Liam respiraba más fuerte de lo normal, y le dije a Ángela que mirara si estaba dormido, y así era. Le desperté y cada uno se fue a dormir a su habitación.





Hellou babies! Bueno, quería agradeceros que me dejéis comentarios, y que opinéis sobre la historia. Significa mucho para mí. También deciros que acaba de empezar una nueva evaluación, y no puedo permitirme bajar la media tanto, simplemente porque me da rabia. He pasado de tener de media entre 8 y medio y 9 a un 7'9 en esta primera evaluación. Pensaréis, ¿y se queja? Sí, porque sé que yo puedo más que un simple 7'9. Así que probablemente solo suba capítulos los viernes y fines de semana. Lo siento.
GRACIAS POR VUESTRO APOYO. MUCH LOVE!

jueves, 5 de enero de 2012

Capítulo 26.

-Soy un imbécil –repetía Harry mientras nos alejábamos del baño y salíamos al jardín.
-Harry, tranquilízate y siéntate –le dijo Lou.
-Vamos a estar contigo pase lo que pase ¿vale tío? –dijo Zayn.
-Es que no lo entendéis –dijo Harry.
-¿Qué no entendemos Harry? Explícate –dijo Niall.
-Pues a ver –comenzó Harry entre sollozos- El día que Caroline y yo lo dejamos ella se negaba a admitirlo. Más bien, se negaba a admitir cómo un chaval de mi edad se le había podido escapar de las manos. En ese momento descubrí que era una de las personas más malvadas que podía haber en la faz de la tierra, y que solo me quería para lo que me quería. Así que le dejé las cosas claras y me fui. Lo que no sé es cómo ha conseguido el teléfono de Helen, seguro que se ha enterado de que trabaja en el Milkshake City y ha ido a preguntar su número.
-Será arpía –dije yo.
-Harry lo mejor que puedes hacer es ir a donde Helen y decirle lo que nos has contado a nosotros –dijo Lou.
-Es lo mejor –dijimos los demás a la vez.
-Y luego… podríamos hacer otra cosa. Ahora vuelvo –dijo Niall.

Al de dos minutos Niall bajó con la guitarra.

-¡Cántale Gotta Be You! –dijimos los cuatro a la vez.

Poco a poco la sonrisa de Harry apareció. Le parecía una buena idea. Niall nos dijo que se lo había comentado a Emma y que cuando acabaran ellas de hablar con Helen que nos avisaban.


Narra Emma.

Mientras los chicos intentaban consolar a Harry, nosotras tratábamos de sacar a Helen del baño. Y por si no nos habría teníamos un segundo plan. El padre de Ángela es policía y tuvo que hacer un curso de abrir puertas en caso de emergencia, si no querían tirarlas abajo. Así que el padre de Ángela le enseñó a abrir una puerta con dos horquillas.

-Venga Helen, no te puedes tirar ahí encerrada todo el día, sal y hablamos –dijo Itsaso.
-No, no voy a salir. Ya no merece la pena –dijo ella.
-Helen, por favor, seguro que Harry tiene una explicación, por lo menos deja que te la cuente –dijo Marina.
-No estoy segura de querer oírla.

Así estuvimos durante unos minutos más, hasta que le di la señal a Ángela para que empezara a abrir la puerta. Tras un minuto en tensión, Ángela lo consiguió y abrió la puerta.

-Ahora vas a salir si o si –le dije a Helen levantándola del suelo.
-¿Cómo habéis abierto la puerta? Estaba cerrada con pestillo –dijo asombrada.
-Tenemos nuestros trucos –dijo Ángela enseñándole las horquillas.

En ese momento Helen esbozó una pequeña sonrisa.

-Ves, así estás más guapa –le dijimos todas.
-Venga que te vamos a quitar el rímel de la cara –dijo Marina cogiendo una toallita y limpiándole la cara.
-Ahora yo creo que deberías escuchar a Harry, le conozco desde hace muchos años, y sé que él no es así –le dijo yo.
-Bueno, está bien.

Les hice un gesto a los chicos para que entraran cantando. Habían elegido Gotta Be You. La mejor canción para esta situación.



Cuando terminaron Harry se acercó a Helen y le dijo:

-No hay nadie más, sólo tú. Caroline es agua pasada, y fue un gran error que cometí. Cuando me di cuenta de que lo único que hacía era utilizarme la dejé. Pero ella no lo aceptó, no entendió cómo un chico joven y maleable como yo se había dado cuenta de ello. Y yo creo que todavía no lo ha superado. Por eso te ha mandado estos mensajes. Pero yo quiero que sepas que tú eres la persona que más quiero en el mundo, y que si ahora te pierdo, no sé qué haría. Lo siento, volveré a hablar con ella y le diré que te deje en paz, y ya de paso que a mí no me vuelva ni a dirigir la palabra. Te quiero Helen, y haría lo que fuera por tenerte a mi lado.

A Helen le caían grandes lágrimas por sus mejillas, y a nosotras alguna que otra por las cosas tan bonitas que le había dicho Harry. Tras unos instantes de silencio Helen se acercó a Harry y le abrazó. Le pidió perdón por haberse puesto así, pero él le dijo que no hacía falta que le pidiera perdón, que comprendía su reacción y que él se hubiera puesto igual. Al final, se dieron un apasionado beso en los labios y todos dijimos a la vez: “OOOOOH”.